martes, 7 de diciembre de 2010

La capital del ”Vintage”: Roma


Uno de los centros neurálgicos de este furor por los objetos de época es Via del Governo Vecchio, cercana a Piazza Navona, señuelo para turistas, romanos y famosos que se dejan deslumbrar por los brillos y los colores de sus exposiciones.
Roma es por excelencia la capital de lo antiguo y en ella pueden encontrarse centenares de tiendas con objetos “vintage“, diseños que un día pasaron de moda para convertirse hoy en exclusivos y que son la expresión de una cultura que mira al pasado con nostalgia.

Bolsos, botas, chaquetas de cuero, cinturones y vestidos como los que lucía Marilyn Monroe se amontonan sin orden ni concierto en pequeñas tiendas, en las que apenas queda espacio para el comprador, donde muchos buscan una prenda para dar el golpe.
Pero no siempre es posible encontrarla. En “Michele Salvatore“, abierta desde 1974, hay una larga lista de espera para comprar los bolsos de Chanel que su propietaria, Giulia Salvatore, consigue rescatar de los almacenes “vintage” de la Toscana (centro de Italia), según explica.
“Hay una larga lista de espera, porque sólo llegan dos o tres al mes. Y la gente los pide porque son únicos y difíciles de encontrar”, afirma uno de los dependientes.
El comerciante destaca el atractivo que “Michele Salvatore” tiene para los actores o diseñadores de vestuario cinematográfico: “Ocurre a menudo que una actriz presente su película esa misma noche y busque algo ‘vintage’ para la ocasión”.
Así lo hicieron Julia Roberts, que en 2001 eligió un Valentino del 1992 para la noche de los Óscar, o Penélope Cruz, que para la gala en que recibió su estatuilla lució un Balmain palabra de honor, diseñado sesenta años atrás, que dio mucho que hablar.
En las tiendas “vintage” de Roma se encuentran quimonos provenientes de Japón, botas tejanas o abanicos que algún día ondearon en los cabarets de París, porque los comerciantes viajan por todo el mundo para deleitar a sus compradores con los objetos más llamativos.
Los precios son muy heterogéneos, pero el “vintage” es accesible sólo para unos pocos y los dueños de sus comercios notan los efectos de la crisis económica.